MÉXICO, 15 mayo 2009 (Diario de Yucatán).- Frente a la irrupción de un nuevo virus, no hay laboratorio de detección en el mundo capaz de reaccionar de manera inmediata, como tampoco de acelerar la producción de las vacunas y medicamentos respectivos.Eso mismo sucedió con el virus de la influenza A, que tomó al mundo por sorpresa, coincidieron especialistas consultados por la Unidad de Investigación de EL UNIVERSAL.
Ni los laboratorios más sofisticados de Estados Unidos y Canadá tenían la técnica para detectar rápidamente esa nueva mutación. El Laboratorio Nacional de Microbiología de la Agencia de Salud Pública canadiense —uno de los seis más desarrollados a nivel mundial— demoró ocho días en ser capaz de avisar al gobierno de México que aquello que convulsionaba al país era un nuevo virus de influenza.
A estas dificultades previsibles se añade que cuando llegó el aviso, México no disponía aún del equipo ni los materiales requeridos para hacer las pruebas de detección y la epidemia comenzó a analizarse en el Instituto Nacional de Referencia Epidemiológica (INDRE). Éste dispone de apenas 89 metros cuadrados y un presupuesto anual (233 millones de pesos) inferior a la inversión del gobierno de Canadá para ampliar las instalaciones y modernizar el Laboratorio Nacional de Microbiología (el equivalente en dólares a 240 millones de pesos).
Finalmente, México ha comenzado a actualizarse cuando menos en cuanto a laboratorios de diagnóstico del nuevo virus de influenza.
Cerca del diagnóstico, lejos de la vacuna
Declarada la epidemia, el naciente esfuerzo por identificar el virus de influenza AH1N1, y otros en el futuro, ha costado ya al gobierno mexicano por lo menos 20 millones de pesos, por la compra de 15 equipos de diagnóstico en tiempo real y reactivos para tomar las muestras, y aún hay sinnúmero de gastos indirectos que la Secretaría de Salud no ha calculado, informó Celia Mercedes Alpuche Aranda, directora general adjunta del INDRE.
El costo para el Estado mexicano será todavía mayor porque algunas entidades, entre ellas Yucatán, instalarán laboratorios certificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) capaces de detectar este nuevo virus y otros, cuya puesta en operación exige una inversión aproximada de 12 millones de pesos.
Existen centros académicos en México cuyos laboratorios pueden ser acondicionados para cumplir los estándares tecnológicos y de seguridad establecidos por la OMS y necesitan una inversión mínima. Sus directivos han ofrecido apoyo al gobierno mexicano para contribuir en la detección del virus en caso de que se rebase la capacidad instalada, con científicos capaces de seguir el comportamiento genético y molecular del virus, y contribuir en el desarrollo de vacunas.
El Instituto Politécnico Nacional es uno de ellos. Luis Humberto Fabila Castillo, secretario de Investigación y Posgrado, aseguró que poseen seis unidades académicas con la tecnología y los recursos humanos indispensables para hacer la detección del virus y modelos matemáticos de proyección epidemiológica.
``Cuando surgió la epidemia —explicó— no había capacidad para la detección, pero el gobierno actuó rápido y trajo los equipos necesarios. Aquí en los laboratorios del Instituto, en menos de dos semanas podríamos hacer también las adaptaciones que se necesitan y que nos costarían entre 300 mil y 500 mil pesos, para cumplir con los estándares de calidad que solicita la OMS''''.
En cambio, para la elaboración de la vacuna, consideró, México no tiene la capacidad instalada y debiera entonces aprovechar los avances en otros países para obtenerla lo más pronto posible; en este caso, ``México y nuestros científicos lo que pueden aportar ahora son sus conocimientos''''.
En el Instituto de Biotecnología de la UNAM, un equipo a cargo del químico y virólogo Carlos Arias elabora la caracterización molecular y genética del virus AH1N1 para conocer cómo se replica y hacer estudios comparativos con otras cepas. ``Queremos entender todos los aspectos moleculares de la infección de este tipo de influenza'''', destacó el especialista con 30 años de experiencia en la materia.
Alpuche Aranda, del INDRE, dijo que la tecnología y los insumos para hacer las pruebas de detección tienen que ser adquiridos en el extranjero, pues México no los produce. El costo de cada equipo es de un millón y medio de pesos, y el de cada reactivo, de 400 a 450 pesos. Así, considerando que se han hecho alrededor de 12 mil pruebas de detección, la inversión para la compra del equipo y los reactivos asciende a 20 millones 407 mil 500 pesos.
La bioseguridad
Para afrontar este tipo de contingencias, la OMS emitió el Manual de Bioseguridad en el Laboratorio, el cual establece que para detectar virus como el de la influenza humana es indispensable un nivel 3 de bioseguridad (en una escala de 1 a 4); sólo en laboratorios así autoriza trabajar con agentes patógenos que provocan enfermedades humanas o animales graves. Alcanzar el nivel 3 implica (para los laboratorios( cumplir 42 requisitos, incluidos los relacionados con sistemas electrónicos de vigilancia y de agua tratada, instrumentos de descontaminación química, áreas de aislamiento, duchas de descontaminación y programas de manejo de desechos.
El equipo adquirido en medio de la actual coyuntura por la Secretaría de Salud para la detección del virus AH1N1 cumple ya con dichos estándares y tiene la capacidad de analizar la secuencia de su genoma, lo que permite diferenciarlo del resto. Sin embargo, al cabo su efectividad depende de la calidad de las muestras y el tiempo transcurrido desde que fueron tomadas; según el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, deben tomarse antes de 72 horas desde la aparición de los síntomas como fiebre.
Para certificar que los procedimientos sean los correctos, el próximo mes aquel centro estadounidense y la Secretaría de Salud establecerán un sistema de control de calidad en los laboratorios instalados en todo el país para la detección del virus; entonces serán analizados el 10% de las muestras que resultaron positivas al virus y el 10% de negativas.
Se siguió el protocolo: INDRE
Para la detección del nuevo virus, la OMS ha establecido también un protocolo según el cual los laboratorios estatales o locales deben analizar las muestras y luego enviarlas a laboratorios nacionales nivel 3 –como es el INDRE, en el caso de México–. Si éstos encuentran anormalidades debe a su vez recurrir a los ``centros colaboradores'''' designados por la OMS en Suiza, Suecia, Canadá, Australia y Estados Unidos, cuya prioridad es descubrir nuevos virus. El centro colaborador de México es el laboratorio de la Agencia de Salud Pública de Canadá, razón por la cual la Secretaría de Salud le envió las primeras muestras.
``Este es un proceso rutinario y no tiene nada que ver con la capacidad que tenga un país o no para detectar un virus; son procedimientos que ya fueron establecidos por la OMS y que tenemos que seguir. Incluso antes del 16 de abril –cuando fue enviada la primera muestra del virus en México–, ni Canadá ni Estados Unidos contaban con una técnica o protocolo para analizarlo; todo estaba en una fase experimental porque se trata de un virus nuevo'''', explicó la directora general adjunta del INDRE.
El 23 de abril, el Laboratorio Nacional de Microbiología de Canadá informó a México que se trataba de un nuevo virus de influenza y cuatro días después el gobierno mexicano compró la tecnología para hacer el diagnóstico.
¿México podía?
Para David Cruz, investigador en ciencias médicas del Departamento de Biología Molecular del Instituto Nacional de Cardiología ``Ignacio Chávez'''', antes de que se emitiera la alerta sanitaria México tenía la capacidad institucional para detectar el nuevo virus, a través del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), el cual dispone ``de suficientes máquinas de PCR en tiempo real, que son las que se ocupan para identificar las variantes de los virus.
Sólo tendrían que adquirir los reactivos necesarios para las pruebas. También cuenta con otros equipos, como secuenciadotes automáticos, que sirven para revelar la secuencia de bases de una cadena de DNA o RNA, es decir, para leer el genoma de cualquier ser vivo''''.
Aseguró asimismo que existe la capacidad y experiencia para elaborar vacunas. ``Hay otros centros de investigación y desarrollo de tecnología de punta, como el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del IPN, en donde se han desarrollado vacunas de DNA contra la enfermedad de Chagas. Creo que en México tenemos la infraestructura y la capacidad para hacer el diagnóstico y elaborar las vacunas para este nuevo virus y otros que surjan, lo que faltaría sería una mayor inversión del gobierno federal en ciencia y tecnología''''. José Santos, especialista en Infectología de la Facultad de Medicina de la UNAM, sostuvo en que la capacidad tecnológica que requiere México para hacer frente a este tipo de contingencias está en clara desventaja con de Estados Unidos y Canadá, ``que esta sea una tarjeta amarilla, un campanazo para que se invierta más en ciencia y tecnología, porque de lo contrario siempre habrá rezago''''.
La ciencia en 89 metros cuadrados
Se ha insistido. El nuevo virus de influenza A sorprendió a los expertos del INDRE en medio de un proceso de expansión que aún no se concreta. La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados advirtió desde 2008, en las discusiones previas a la asignación presupuestal para el año actual, que dicho instituto debía contar con mayor presupuesto para hacer frente a eventuales necesidades epidemiológicas.
Específicamente, el diputado panista Jaime Ramírez Barba, presidente de esa comisión, solicitó una ampliación presupuestal de 477 millones de pesos, que permitirían al INDRE ampliar su infraestructura, ``porque no puede procesar más de 30 muestras por día en una superficie de 89 metros cuadrados y no puede trabajar al mismo tiempo más de un microorganismo''''.
El propósito, dijo entonces, era que el INDRE fuera capaz de procesar hasta 200 muestras diarias y producir los antígenos de dengue, virus del oeste del Nilo y rikecttsia.
Sin embargo, ``porque también había otras prioridades y se tenían que distribuir los recursos'''', indicó el legislador, al final se aprobó un presupuesto de 233 millones de pesos.
Pues bien, en el mismo reducido espacio ahora se analizan diariamente entre mil 200 y mil 500 muestras para confirmar casos del nuevo virus de influenza.